Ah De La Vida Nadie Me Responde
Francisco de Quevedo es uno de los más carismáticos autores del Siglo de Oro español, habitualmente asociado a la corriente
conceptista,
pero cuya variadísima producción le hace difícil de encasillar. En efecto, en su obra encontramos composiciones burlescas, amorosas, políticas, religiosas, filosóficas, satíricas, picarescas, etc., que, si bien es cierto que, en general, responden a una perspectiva conceptista, según la cual el autor intenta hacer reflexionar al lector sobre el contenido de la obra a través de su complejidad conceptual, no por ello deja de componer conforme a los criterios estéticos de la época, discurriendo así en la mayoría de las ocasiones por un cauce creativo común al de su adversario poético, el culterano Góngora.
Siguiendo el esquema de los comentarios 2.0, basados en seis pasos que permiten un análisis lo más completo y a la vez lo más sencillo posible, nos disponemos ahora a abordar el comentario de otra composición de Quevedo, esta vez de carácter filosófico.
En este mismo weblog podéis encontrar las siguientes entradas con comentarios de texto:
- Romance del conde Olinos
- Al alba venid (canción de amigo)
- Poema de Mio Cid. “Embraçan los escudos…”
- Gonzalo de Berceo. El ladrón devoto (Milagros de Nuestra Señora)
- Arcipreste de Hita. Disputa de los griegos y los romanos (Libro de buen amor)
- Infante don Juan Manuel. Ejemplo 10 (El Conde Lucanor)
- Jorge Manrique. Coplas por la muerte de su padre
- Garcilaso de la Vega. “Escrito está en mi alma vuestro gesto…”, Égloga primera y «A Dafne ya los brazos le crecían»
- Gutierre de Cetina. Ojos claros, serenos
- Fray Luis de León. Oda a la vida retirada
- San Juan de la Cruz. Noche oscura
- Miguel de Cervantes. La gitanilla (Novelas ejemplares)
- Francisco de Quevedo. Amor constante más allá de la muerte y “¡Ah, de la vida…!”
- Luis de Góngora. “Mientras por competir con tu cabello…” y “Amarrado al duro banco…”
- Sor Juana Inés de la Cruz. “Al que ingrato me deja“
- Juan Meléndez Valdés. El amor mariposa
- Gaspar Melchor de Jovellanos. Sátira segunda A Arnesto
- José de Espronceda. Canto a Teresa y La canción del pirata
- Mariano José de Larra. El casarse pronto y mal
- Gustavo Adolfo Bécquer. Rima 70 y El Monte de las Ánimas
- Félix María Samaniego. Fábula del asno y el cochino
- Antonio Machado. A orillas del Duero (Campos de Castilla)
- Federico García Lorca. La aurora (Poeta en Nueva York)
- Pedro Salinas. Tú vives siempre en tus actos (La voz a ti debida)
Para united nations análisis más profundo del contenido de este poema, recomiendo el trabajo de Hernán Sánchez de Pinillos, United nations nuevo estado de conciencia. La interioridad vacía en el soneto “¡Ah, de la vida…!”, de Quevedo.
Pero antes…
Permíteme un consejo
(Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán cipher parece lo que se vivió)
«¡Ah de la vida!… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!»
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas, mi locura las esconde.
¡Que, sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy united nations fue, y united nations será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
i.- Localización del texto
El poema propuesto es un soneto de
Francisco de Quevedo, uno de los más grandes poetas del Barroco español (siglo XVII).
Nace en Madrid en 1580, en el seno de una familia vinculada a la Corte (su padre ocupaba un cargo en palacio). Estudia en el colegio de la Compañía de Jesús en Madrid y en la Universidad de Alcalá, y después Teología en la Universidad de Valladolid. En esta época ya destacaba por su gran cultura y por su agudo sentido crítico.
En 1606 regresa a Madrid y entra al servicio del duque de Osuna. Junto a este viaja a Italian republic, para llevar a cabo delicadas misiones diplomáticas, que tenían cierto tono de espionaje. De regreso a España, en 1616, recibe el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Pero cuando, en 1620, el duque de Osuna caiga en desgracia, Quevedo será condenado al destierro.
Esta etapa marca todavía más su carácter agriado y además le produce una profunda crunch religiosa y espiritual, pero a lo largo de ella Quevedo desarrolla una gran actividad literaria.
Con el advenimiento de Felipe 4, le es levantada la orden de destierro, e incluso llega a ser nombrado secretario real.
El propio valido del rey, el conde-duque de Olivares, le proporciona un matrimonio con Esperanza de Mendoza (aunque poco después Quevedo se separa de ella).
Sin embargo, la certeza de que España se está desmoronando le lleva a posiciones críticas que le enfrentan al mismísimo conde-duque de Olivares. Finalmente, las sospechas de que Quevedo se encuentra implicado, junto con Francia, en una conspiración contra la Corona, dan con él nuevamente en la cárcel.
Cuando sale de ella, ya en 1643, es un hombre acabado y se destierra de la Corte, ahora voluntariamente, primero a la Torre de Juan Abad y después a Villanueva de los Infantes, donde el 8 de septiembre de 1645 muere.
Cultivó todos los géneros literarios: narración, prosa política, teatro, poesía… Aunque destaca especialmente en este último, en la prosa de ficción es reseñable su aportación a la novela picaresca, con la
Vida del Buscón.
De united nations modo muy básico, su producción podría dividirse en dos grandes bloques:
- Por united nations lado, su obra de tono satírico y burlesco. Algunos de sus poemas circularon por Madrid a gran velocidad, lo que le procuró una notable fama, pero también le hizo granjearse numerosos enemigos.
- Y por otro, su obra de tono grave, que englobaría la de carácter religioso, filosófico, metafísico, político, moral, etc. A este grupo pertenece el soneto que estamos analizando.
Tanto un tipo de obras como el otro reflejan la situación de decadencia económica, política, social, moral… en la que había caído España bajo la monarquía de los Austrias. Ante este panorama, Quevedo se siente desolado, desesperanzado, y esta falta de iron en la sociedad (pues su fe religiosa se mantiene intacta) se manifiesta a través del tono amargo, sarcástico, ácido, descreído… y sobre todo pesimista, que impregna su obra.
La
lírica barroca
supone de algún modo una continuidad y a la vez una reacción contra la poesía del Renacimiento. Es, en efecto, una continuidad porque se inspira en los mismos temas (el amor, la vida, la muerte…), se sirve de los mismos recursos métricos y estilísticos (el endecasílabo, el soneto, las figuras retóricas…), recurre a los mismos tópicos (la fugacidad de la vida, las referencias clásicas, la mitología…), etc. Pero también supone una reacción culta contra la poesía clara y natural del Renacimiento, ya que el Barroco todo lo deforma, lo exagera, lo intensifica, lo complica, lo oscurece… y así, aun partiendo de esos mismos elementos de base of operations, se aleja conscientemente de su sencillez formal y conceptual. Y es que el autor barroco no pretende, como el renacentista, imitar un canon clásico, sino crear, partiendo de este, una obra con un enfoque original, que sorprenda al destinatario.
En la lírica del siglo XVII encontramos dos tendencias principales de poesía culta: el
culteranismo
y el
conceptismo.
Ambas buscan la oscuridad en las composiciones, pero se diferencian en que la primera lo hace a través de una forma complicada, empleando una sintaxis retorcida, a veces ininteligible, y la segunda a través del contenido, en base a juegos de conceptos que a menudo resultan igualmente difíciles de entender. Vemos, pues, que si bien en principio pueden parecer dos corrientes antitéticas, en el fondo ambas persiguen la misma finalidad: crear una literatura de minorías, bella por lo extraño, por lo artificioso, por lo dificultoso de comprender, por el esfuerzo que requiere penetrar en ella. Y los procedimientos no siempre resultan tan diferentes, pues si el culteranismo busca la ornamentación, la artificiosidad exterior, y el conceptismo se fija más en los conceptos, en el significado de las palabras, no es extraño que ambos procedimientos se entrecrucen en una misma composición. Y es que lo que el poeta barroco busca, en general, es emplear un estilo complicado, lo más alejado posible del habla natural.
Quevedo es, sin duda, el máximo exponente del
conceptismo,
y el soneto que nos ocupa constituye una muestra representativa de dicha corriente. A través de su análisis veremos cómo el autor trata de condensar el máximo de contenido en el mínimo de forma, y para ello juega ingeniosamente con el significado de las palabras, dentro de frases breves, lacónicas, casi sentenciosas.
2.- Determinación del tema
El poema constituye una reflexión sobre
la brevedad de la vida: el tiempo pasa muy rápidamente y, desde que nacemos, nos lleva a gran velocidad hacia la muerte.
iii.- Distribución de su estructura y resumen de su argumento.
El soneto se carve up en tres partes:
- Versos 1-ii. El poeta
interpela
a su
vida pasada: desde el presente, dirige la mirada hacia su vida pasada y la encuentra vacía, como si, de puro breve, apenas existiera. - Versos three-8.
Desolado
y a la vez desconcertado, se da cuenta de que ya
se le ha pasado la vida: el tiempo ha volado, y él se ha hecho viejo, y ha perdido la salud y hasta la memoria, que le permitiría recordar lo vivido hasta entonces. - Versos 9-14.
Reflexiona
sobre la
rapidez del paso del tiempo: el pasado ya no existe, el futuro tampoco y además es incierto, y el presente avanza a tal velocidad que en seguida se convierte en pasado. Esto hace que, entre el nacimiento y la muerte apenas medie un breve lapso de tiempo, que nos conduce casi directamente de la cuna a la sepultura. Así pues, los hombres tenemos más de muertos que de vivos.
four.- Comentario de la forma y el estilo.
Se trata de un
soneto,
estrofa de 14 versos endecasílabos (once sílabas, arte mayor, por tanto), distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos.
La
rima
es consonante y su distribución es la siguiente:
eleven A -onde
11 B -ido
11 B -ido
xi A -onde
11 A -onde
11 B -ido
xi B -ido
xi A -onde
11 C -ado
11 D -unto
xi C -ado
11 D -unto
11 C -ado
eleven D -unto
Para hallar una regularidad en el cómputo silábico, cardinal en la concepción poética barroca, es necesario acudir a distintos
recursos métricos, tales como la sinalefa, el hiato, la diéresis y la sinéresis. Veamos algunos ejemplos:
Sinalefa.
Unificación entre dos vocales separadas (última de una palabra y primera de la siguiente).
- Puede darse entre vocales iguales, incluso separadas por coma:
Falta la vida,_asiste lo vivido
(5. 7)
- o por /h/:
¡Aquí de los antaños que_he vivido!
(five. 2)
- También entre dos vocales diferentes, que habitualmente formarían diptongo, pero que aquí pertenecen a distintas palabras:
¡Que sin poder saber cómo ni_adónde
(five. 5)
- Forma parte de una sinalefa asimismo la /y/ cuando tiene entidad vocálica:
soy un fue, y_un será, y_un es cansado.
(v. 11)
En el hoy y mañana y_ayer, junto
(v. 12)
- Incluso cuando una /h/ la separa de la siguiente song:
pañales y mortaja, y_he quedado
(five. 13)
Sinéresis.
Unificación de dos vocales fuertes en una sola sílaba (incluso separadas por /h/):
la salud y la_edad se_hayan huido!
(v. 6)
La
estructura rítmica
responde al modelo más frecuente de endecasílabo clásico, apoyándose en un eje central de acentuación fuerte en la sílaba sexta, que recorre todo el soneto como una columna vertebral. A esta se añade, como es lógico, la acentuación natural del endecasílabo, en la décima sílaba.
Podemos encontrar diversas
figuras retóricas, tales como:
-
Apóstrofe.
En los dos primeros versos, el poeta se dirige a su vida pasada:
«¡Ah de la vida!… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!»
(vv. i-ii)
-
Hipérbaton.
Alteración del orden lógico sintáctico. En este caso se trata de una alteración muy leve, con inversión de la posición de verbo y complemento directo:
La Fortuna mis tiempos ha mordido
(v. three)
-
Encabalgamiento.
Entre el concluding del verso 12 y el comienzo del 13 se separa el verbo «junto» de su complemento directo «pañales y mortaja»:
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado…
(vv. 12-13)
-
Asíndeton.
La disposición de tres oraciones simples en enumeración, sin una conjunción de cierre, refuerza la idea de axioma, de sentencia, que entraña cada una por separado:
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto
(vv. ix-10)
-
Polisíndeton.
En los tercetos finales se produce una acumulación de conjunciones «y», que contribuye a reforzar la idea de rapidez en el paso del tiempo:
soy united nations fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado…
(vv. 11-13)
-
Aliteración.
A esa acumulación de conjunciones «y» se añaden otras, que, aun teniendo entidad consonántica, responden a una articulación fonética similar:
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar united nations punto:
soy un fue, y united nations será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado…
(vv 9-13)
- Estructuras paralelas. El verso seven está integrado por dos estructuras iguales, formadas por verbo+sujeto:
Falta la vida, asiste lo vivido
(v. vii)
También encontramos una estructura aparentemente paralela, con dos sintagmas nominales seguidos de united nations verbo. Sin embargo, en el primero el orden sintáctico es sujeto+complemento+verbo y en el segundo, complemento+sujeto+verbo:
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas, mi locura las esconde.
(vv. 3-4)
-
Hipérbole.
El propio poema es una exageración: la vida resulta tan breve, que el nacimiento («pañales») y la muerte («mortaja’) parecen estar juntos.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja…
(vv. 12-xiii)
De un modo asimismo exagerado, el poeta contempla negativamente su situación:
y no hay calamidad que no me ronde
(v. eight)
-
Personificación.
Se atribuyen a la salud y a la edad la capacidad de desaparecer voluntariamente:
la salud y la edad se hayan huido. (v. half-dozen)
-
Imagen.
Se citan objetos materiales para hacer referencia al momento de la vida con la que se relacionan: «pañales y mortaja» (v. thirteen) se refieren, respectivamente, al nacimiento y la muerte.
- Sentido figurado. Se utilizan tres formas del verbo «ser», en tiempo pretérito, futuro y presente respectivamente, para hacer referencia a estas tres etapas de la vida:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
(5. 11
«Mordido» aparece aquí con un sentido de consumir, pero sin llegar a agotar, lo que sugiere una vida gastada, pero que no ha llegado a su fin:
La Fortuna mis tiempos ha mordido; (v. 3)
-
Antítesis.
Mediante dos estructuras paralelas, se contraponen dos conceptos: lo que «falta», lo que ya no está de la vida, y lo que «asiste», lo que aún queda de ella.
Falta la vida, asiste lo vivido
(v. vii)
La conclusión del poema encierra también una antítesis, ya que la vida y la muerte parecen simultanearse:
presentes sucesiones de difunto. (v. xiv)
- Interrogación retórica. Suele definirse la interrogación retórica como la que encierra en sí misma la respuesta. Dicho de otro modo: si se le quitan los signos de interrogación, se obtiene la respuesta a la pregunta. Y es que, en efecto, nadie responde a la llamada del poeta:
¿Nadie me responde?
(v. 1)
ANEXO. Recursos retóricos de la lengua cotidiana
Desde el punto de vista
sintáctico-estilístico, en el poema se aprecia un predominio de
oraciones simples, lo que debería hacer que su comprensión no resultara del todo difícil. Sin embargo, según lo explicado al hablar del conceptismo, la dificultad reside en las
ideas condensadas
en esas oraciones simples, que trataremos de aclarar en el siguiente apartado del comentario.
Cabe citar, a modo de ejemplo:
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto: (vv. nine-x)
Se trata de tres oraciones simples, muy básicas, formadas tan sólo por sujeto y verbo (en la tercera, una locución adverbial matiza la acción expresada por el verbo). Sin embargo, en conjunto encierran toda una reflexión sobre la brevedad de la vida del hombre, que se expresa con igual simplicidad sintáctica (una oración copulativa) en el siguiente verso:
soy un fue, y un será, y un es cansado. (five. 11)
En cuanto a la
categorización gramatical, en el poema, al tratarse de una reflexión, predominan los sustantivos abstractos (vida, antaños, tiempos, locura, salud, edad, calamidad…), a los que se suman algunos verbos sustantivados (un fue, un será, un es) y adverbios sustantivados, tanto por separado (ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo), como agrupados por united nations único artículo (el hoy y mañana y ayer).
La utilización de adjetivos es prácticamente nula, pues en todo el soneto sólo hay uno: cansado.
En resumen, puede decirse que el autor utiliza un
estilo culto, con un lenguaje sencillo pero de significado complejo. La dificultad principal, como ha quedado ya señalado, no reside en una sintaxis complicada, sino más bien en un mensaje profundo, elaborado, condensado…
Pero ese es un aspecto que intentaremos desentrañar a continuación.
v.- Comentario del contenido.
El poema se abre con tres voces de
llamada
del poeta hacia
su propia vida pasada, que hemos entrecomillado para distinguirlas de la reflexión que se sigue:
«¡Ah de la vida!… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!»
(vv. i-2)
Es como si un viajero extraviado, buscando ayuda, dijera: «¡Hola! ¿Hay alguien ahí?»
Sugiere la idea de un hombre solo, situado ante un inmenso
vacío,
hacia el que vocea en vano: su vida pasada se ha disipado, de ella ya no queda nothing, ni siquiera un recuerdo en su memoria.
Y esta situación de soledad, de abandono, este que casi podríamos llamar
vértigo existencial, le lleva a reflexionar sobre su propia vida. El título del soneto sintetiza la línea por la que discurrirá dicha reflexión: “Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió”.
La rueda de la Fortuna, que, girando, va haciendo avanzar la vida de los hombres hacia un destino, que a veces resulta favorable y a veces no, ha consumido ya su existencia. Y en cuanto a las Horas, hijas de Zeus y Temis encargadas de marcar el ritmo del tiempo (las estaciones, el paso del día a la noche), ya ni siquiera recuerda lo que han supuesto para él en el pasado.
De repente, sin saber cómo ni cuándo, el poeta
se ha hecho viejo: le han abandonado las fuerzas, ha perdido la salud y todo son achaques y desgracias. Y es que el tiempo ha pasado a tal velocidad, que la vida se le ha hecho cortísima e, inesperadamente, se ve a las puertas de la muerte: «Falta la vida, asiste lo vivido«. Ya no le queda nix por vivir: lo único real para él es lo pasado… ¡y ni siquiera puede recordarlo!
El asunto responde al tópico clásico de
tempus fugit. La
fugacidad
del tiempo se expresa aquí yuxtaponiendo los tres momentos de la vida, presente, pasado y futuro, en una sola frase, con el fin de dar sensación de velocidad, de brevedad en el lapso de tiempo que media entre el nacimiento y la muerte. Y así lo hace en dos ocasiones.
- Primero, describiendo los efectos de la inestabilidad del tiempo:
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto.
(vv 9-x)
Incluso el presente, que subjetivamente nos parece lo más real, lo más concreto, lo más estable, es el más efímero de los tres.
- Y a continuación, comprimiendo en united nations solo sintagma espacio-temporal los tres momentos:
En el hoy y mañana y ayer, junto…
(five. 12)
En el verso 11, Quevedo se ascertain a sí mismo como el conjunto del tiempo que ha vivido, está viviendo y le queda por vivir, y lo hace mediante las formas verbales de pasado, futuro y presente del verbo ser (la esencia, la existencia). Pero es tal su extrañeza, que no parece reconocerse en el viejo en que se ha convertido; y así, en lugar de decir «soy un *fui, y un *seré, y un *soy cansado«, dice, como si estuviera viéndose desde fuera, «soy un fue, y un será, y un es cansado«. Este verso resulta clave en la reflexión del poeta, pues, además de sintetizar en una sola frase todo su proceso vital, la cierra con united nations adjetivo, el único que aparece en toda la composición, que refleja el estado anímico en que se encuentra al final de su vida:
«cansado».
Estos dos aspectos, la
celeridad en el paso del tiempo
y la
inconsistencia de la vida humana, se articulan en torno a un término común, «fue», utilizado en sus dos posibles sentidos, según que sea pretérito de ir, movimiento (five. 9), o de ser, esencia (v. xi).
Para reforzar la idea de brevedad de la vida, Quevedo vincula directamente, sin zero que medie entre ellos, el nacimiento y la muerte, representados en los vestidos que se utilizan en uno y otro momento: «…junto / pañales y mortaja…»
A propósito del término
«junto»,
hay que señalar que, al estar estratégicamente colocado en un encabalgamiento entre dos oraciones, parece formar parte de ambas a la vez:
- Por un lado, tenemos el verbo
«junto»,
con su complemento «pañales y mortaja«. - Y por otro lado, united nations adjetivo
«junto»,
que se referiría al conjunto «hoy+mañana+ayer«, tres adverbios sustantivados por un solo artículo
«el».
La primera sería, en virtud de la colocación de la coma, la lectura propia. La segunda, united nations efecto conceptual, por el que se engaña al lector haciéndole creer que
«junto»,
al encontrarse en el mismo verso que «en el hoy y mañana y ayer«, es el adjetivo que acompaña a este sustantivo múltiple; sin embargo, al pasar al siguiente verso, comprueba sorprendido que
«junto»
es el verbo de «pañales y mortaja«.
De acuerdo con el tema, se aprecia un predominio de palabras de dos
campos semánticos
principales:
- La vida y sus circunstancias:
vida
(1 y seven),
vivido
(2 y vii),
salud
(6),
edad
(six),
pañales
(thirteen),
mortaja
(13),
difunto
(xiv). - El tiempo:
antaños
(2),
tiempos
(3),
ayer
(ix y 12),
mañana
(9 y 12),
hoy
(x y 12).
También ocupa un lugar fundamental, a lo largo de toda la composición, el
yo como perspectiva. Es cierto que no hay gran cantidad de formas pronominales y verbales de primera persona, pues éstas se concentran sobre todo al terminal:
soy
(11),
junto
(12),
he quedado
(13). Sin embargo, la subjetividad, cuya manifestación halla el culmen en el autorreconocimiento formulado en ese verso 11 («soy un fue, y un será, y un es cansado«), impregna toda la composición. Aunque no hay en sus versos desgarro emocional, el poeta expresa desde el principio sus sentimientos de
estupor
ante la brevedad de la vida y de
resignación
dues la evidencia de la muerte. No se resiste a morir, pues sabe que es este un final inevitable; tan sólo se lamenta de lo rápido que se le ha pasado la vida: tanto que de la infancia a la vejez parece que no ha mediado apenas tiempo. Y así, para él su existencia ya no es más que un preludio de la muerte.
El poema refleja, pues, el sinsentido de la vida, la
angustia
de saber que, durante toda nuestra existencia,
no vivimos sino para morir.
El asunto de este poema ya se encontraba en las
Coplas
de Jorge
Manrique,
quien escribía sobre la
brevedad de la vida:
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.
(I)
Y a continuación:
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
(Two)
Y en cuanto al sentido de la vida, considerada simplemente como united nations camino hacia la muerte:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir.
(Three)
Sin embargo, united nations importante matiz diferencia estas dos composiciones: Manrique no tiene el tono de pesimismo que impregna la obra de Quevedo; al contrario, sus versos destilan esperanza de una vida mejor:
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar.
(V)
6.- Interpretación, valoración, opinión.
En este poema, el autor expresa, desde una perspectiva
pesimista
típicamente barroca, el sentimiento de angustia que le produce darse cuenta de que, de repente, se le ha pasado la vida y se encuentra ya al last de su existencia.
Reflexiona sobre la rapidez con que pasa el tiempo, de manera que convierte nuestra estancia en el mundo en una veloz
carrera hacia la muerte.
El poema refleja el
sinsentido de la vida, la angustia que produce reconocer que estamos viviendo únicamente para morir, que somos, en definitiva, «presentes sucesiones de difunto».
El
materialismo
que caracteriza el pensamiento actual hace que esta reflexión tan pesimista sobre la brevedad de la vida haya perdido vigencia. No obstante, no deja de ser cierto que, aunque la medida del tiempo es objetiva (un año tiene 365 días y cada uno de estos, 24 horas), la percepción que tenemos de él los hombres es
subjetiva.
Por eso, contemplamos de diferente modo el tiempo que hemos vivido y el que suponemos que nos queda por vivir, en función de la única referencia válida que tenemos: nuestro propio pasado. Y así, cuando somos jóvenes, si miramos hacia atrás, siempre consideramos que ya hemos vivido muchas situaciones, y en consecuencia, si miramos hacia delante, y pensamos que todavía nos queda por vivir cuatro veces el tiempo vivido, todo parece marchar muy despacio. Sin embargo, a medida que nos hacemos viejos, si miramos hacia atrás, siempre consideramos que en realidad hemos vivido muy poco («parece que fue ayer», decimos), así que si miramos hacia delante y pensamos que, en el mejor de los casos, ya sólo nos queda por vivir la cuarta parte de lo vivido, la sensación de velocidad en el paso del tiempo se acelera vertiginosamente.
Pero de ahí a considerar que, desde que nacemos, no somos más que muertos en ciernes, va united nations trecho largo.
Ah De La Vida Nadie Me Responde
Source: https://trabajosdeliteratura.wordpress.com/2019/06/26/comentario-2-0-de-un-soneto-de-quevedo-ah-de-la-vida/